Poco a poco y con el paso del tiempo, te vas convirtiendo en una mera espectadora, que ve la vida pasar. Donde te sientes feliz viendo a los demás divirtiéndose y disfrutando de lo que tú no puedes hacer. Simplemente, te conformas con que se acuerden de ti, o de vez en cuando te pregunten cómo te encuentras. Pues no quieres molestar su felicidad. Cuando llegas a este punto, es porque has asumido que ya no eres la que eras, que ya no puedes hacer todas esas cosas, que ya no eres la protagonista de la historia y por eso deseas que los demás se diviertan, porque has asumido que tu momento ya ha terminado.
Entonces, es aquí, donde ves que el egoísmo ya no tiene cabida en tu nueva vida, no quieres preocupar a los demás con tus mil y un males, problemas… sino que lo único que quieres es no enturbiar la felicidad de los demás.